Te dije con entusiasmo lo que siento por ti. Pensé que correrías a mis brazos.
Soñé con que sucedería ese milagro.
Te dije que estaba ideando regalarte mis días y noches.
Nació una sonrisa de tu rostro.
Te pedí una cita y dijiste que aceptabas. Te pregunté que cuando estabas disponible y me dijiste: «El treinta y uno de febrero» la emoción me secuestró, no entendí la indirecta.
Me abrazaste y dijiste al oído: «no sabes cuanto te quiero, amigo». Mis piernas se derritieron, la excitación de mi cuerpo era incontrolable.
Agarraste mi mano, besaste mi mejilla y dijiste: «solo amigos».
Se que todavía le amas, él es dueño de tu corazón, aunque lo pisoteó.
No puedes sacar de tu cabeza la imagen de él casándose pero es tiempo de superar, es tiempo de saber lo que es amar de verdad.
Es el momento de soltar y perdonar.
Yo no esperaré, sino me quieres allí seguiré adelante. Yo pensaba llevarte al cielo pero tu prefieres bajar con gran dolor cada nivel de ese infierno.