Sagrada familia.

Ese sitio seguro.

No hay nada como él.

Eso de levantarse con el pie derecho son palabras vanas. El día no ofrece nuevas oportunidades.

Desánimo.

Pienso en la ardua decepción de saber que ese lugar que debería ser el mas cálido resulto ser el maldito palo norte. La falta de caricias. La ausencia de un «Te amo». Improperios es lo que llega a mi cabeza.

Desde pequeños intentan llenarnos de una deuda. Debemos pagarla aunque no recordamos el momento en que la adquirimos. Debemos la vida, debemos la crianza. Es su arma mortal en contra de nuestros reclamos.

Recuerdo cuando decidí buscar ayuda. No la encontré en ningúno de esos brazos conocidos.  Me pregunté cómo es posible que las palabras de un libro brinden mas amor.

Era tan complicado para ellos ver mis esfuerzos por hacer las cosas bien. Un poco de comprensión es imposible.

Es tan triste verme al espejo y sentir que lo único que pedí desde pequeño fue amor.

En ocasiones me pregunto por qué cometo tantos errores. Pero cómo no cometerlos si todo lo aprendí por cuenta propia. Aprendí con dolor, aprendí con fracasos, mentiras, abandono, intentándolo mil veces, aferrándome a cosas que me hacen daño.
Es complicado liberarse del dolor cuando no he conocido otra cosa aparte de eso.

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Los rotos

Los rotos tenemos heridas tan complicadas que nadie puede llegar a descifrar.

Nuestras emociones son rompecabezas que ni nosotros mismos llegamos a comprender.

Los pensamientos negativos nos encadenan y no nos permiten ver un futuro mejor.

Los rotos no somos felices, solo transitamos en este camino llamado «vida».

Nosotros tenemos un alto sentido para poder sentir a los que son iguales a nosotros.

Guardamos lo que somos y sentimos en una bonita sonrisa para que los demás estén bien.

Los rotos no queremos ser simples marionetas como lo es casi toda la humanidad y por eso se nos tildan de rebeldes.

Nuestra visión va mucho más allá que la de una persona normal, podemos ver el mundo como realmente es.

Solo buscamos que nos acepten y comprendan.

Los rotos podemos salvar al mundo.

Sentirnos

Ella tomaba mi brazo con fragilidad, no podía pronunciar ni una palabra, su enfermedad no se lo permitía.

Podía sentir como sus energías se terminaban. Las lágrimas eran reprimidas para no derrumbar la poca entereza que en nuestros cuerpos se hallaba.

Caminábamos por aquel largo y frío pasillo. Ambos estabamos destruidos.

Ella deseaba sanar mis heridas. Yo deseaba intercambiarme con ella pero no tenia el poder para hacerlo.

Estabamos en situaciones distintas. Nos encontrabamos en polos opuestos. Yo sufría de depresión y nadie creía que eso fuera una enfermedad, ella tenia cáncer y ya era terminal.

Eramos tan diferentes pero por una extraña razón sabíamos cómo nos sentíamos.

Es complicado explicar ese momento, cuando dos almas tienen una conexión que solo ellos puedes sentirla. Cuando no hay necesidad de palabras. Lo único que es necesario es la inmensa empatia que rompe el plano físico y llega a lo espiritual.

Sabia que ella no tenia fuerzas pero el saber que estaba dispuesta a gastarla en mí, era el gesto más hermoso de este planeta.

Los dos queríamos descansar de este infierno que se llama «Vida». Ella logró descansar y yo sigo esperando el momento en que pueda besar a Morfeo y dormir en sus brazos por la eternidad.