Procedí a colocarme frente al espejo y encontré a un hombre desnudo, de unos veinte años de edad aproximadamente.
Su cuerpo estaba desarrollado por completo.
En su mirada intensa podía notar su dolor. Podía ver sus heridas que no eran físicas sino emocionales. Llegaban a mis oídos los gritos de su alma aunque mantenía su boca cerrada.
Vivia en una cárcel de la cual quería escapar. La horrible cárcel de la vida.
Según había leído el complejo de edipo había sido el causante de todo ese infierno.
De sus ojos comenzaron a brotar lágrimas de soledad. El temor endurecía su mandíbula. Podía sentir lo fría que estaban sus manos aunque no lo tocaba. En sus ojos podía ver lo ansioso que estaba, él deseaba que el ángel de la muerte viniera a buscarlo.
Es curioso lo que puedes ver frente al espejo.