Entregué mi cuerpo pensando que encontraría amor. Fue una ilusión perfecta porque solo conseguí dolor.
Entregué cada centímetro de mi ser.
Decidí arroparme con las sabanas de la indiferencia. Cubrí mis problemas con una inmensa neblina que me impedía verlos.
Pensé que estaba en un lugar seguro, pero su compañía me introducía cada día más en un infierno.
Él me quitaba la soledad. Me hacia olvidar mis tristezas. Secaba con sus dedos mis lágrimas. Me miraba con sus inmensos ojos y me decía que todo estaría bien. Él me mimaba haciéndome sentir protegido. No había pasado, ni futuro estando a su lado.
Su caliente piel quitaba el insoportable frío que la muerte dejaba. El placer que me brindaba era indescriptible, nada lo igualaba. Sus besos eran masajes que me hacían olvidar los malestares del dia. No había en mi mente otra cosa que pensar él, no necesitaba otra compañía.
Ojalá los demás comprendieran porqué te amaba.
Cuando te fuiste esa neblina se esfumó, y mis problemas aparecieron de nuevo. Pero eran más fuertes, eran gigantescos.
Fuiste una ilusión. Una perfecta ilusión.